“El arte no reproduce lo visible: lo hace visible.”
— Paul Klee
MI PROCESO CREATIVO
Una idea puede nacer de un paseo, una conversación, la observación de la naturaleza o una experiencia. La acompaño y observo, dejándola mostrarme hacia dónde quiere ir. Después busco información, hablo con mi familia o amigos, y la idea empieza a tomar forma.
Elijo materiales, pienso en el tipo de letras a utilizar y paso ratos haciendo bocetos hasta que uno me llama especialmente la atención. Entonces desarrollo la idea y planteo dos o tres opciones; una de ellas pasa a convertirse en el boceto definitivo.
Llega el momento de pensar en el soporte: para la impresión en tela utilizo la técnica artesanal de la serigrafía, y para el papel, en series limitadas, aparte de la serigrafía para según que trabajos, confío en una imprenta especializada en impresión ecológica, utilizando papeles reciclados y tintas vegetales. Materializo la obra según la técnica, decidiendo si será un objeto único o una serie limitada. Antes de entregar, preparo todo con cuidado y lo envuelvo con cariño.
Cada paso es una meditación, una conversación conmigo misma o con lo que me rodea, buscando la forma que más resuena conmigo y que tiene un sentido real.
INSPIRACIÓN
La naturaleza es el mejor ejemplo de presencia y meditación. Cuando me acerco a ella, me siento más ligera y todo se vuelve más sencillo. Los sonidos, los colores, la luz y las texturas me enseñan a simplemente estar. En ese espacio sin prisa, mi mente se ordena y mi respiración encuentra su ritmo.
Normalmente no busco inspiración; simplemente me dejo encontrar por ella. Surge al ver los movimientos de las hojas, los reflejos de las flores, el brillo del cielo o el movimiento de un escarabajo o de una hormiga. En esos momentos, siento que no soy yo quien crea, sino que hay algo superior que ordena la vida y quiero dejarme llevar, escuchando el susurro que llega a mis sentidos.
La naturaleza me recuerda que cada cosa tiene su tiempo: la semilla crece cuando las condiciones son favorables, el río no se detiene a pensar de los obstáculos, la lluvia cae y no hay nada que hacer al respecto. Todo fluye con una sabiduría silenciosa. Cuando observo eso, ceso en la lucha y todo se llena de sentido.
En esa calma nacen las ideas más honestas, ya que vienen de dentro y se expresan sin esfuerzo. Mis pensamientos se ordenan y puedo escuchar mi intuición, guiándome sobre qué hacer y cómo hacerlo. Crear, entonces, deja de ser una meta para convertirse en una forma de estar presente, de dialogar con el mundo y conmigo misma.
“Níor bhris focal maith fiacail riamh.” (Gaeilge)
“Una buena palabra nunca rompió un diente.” (Gaélico)
Nuestras palabras llevan una energía de la que debemos ser concientes. Hablar con cariño nunca hace daño, al contrario, construye, transmite belleza, ternura y significado.
